Nació en La Coruña. Siendo juez en Quiroga (Lugo) y realizando su trabajo con honradez, fue destituido en su cargo por ser católico (tenía una placa del Corazón de Jesús en la puerta de su casa). Ante la injusticia cometida con él llegó la restitución y fue reasignado al juzgado de Santoña (Cantabria), donde siguió realizando su trabajo como “buen juez y mejor testigo”.
Su delito en Santoña fue defender y asesorar a su amigo el párroco, Francisco González de Córdova, de todas las tropelías y acosos (prohibición de decir misa o tocar las campanas, incautación de las llaves y libros parroquiales, transformación de la iglesia Virgen del Puerto en almacén de explosivos, supresión de las subvenciones aprobadas por el propio ayuntamiento de la Villa Marinera…)
En esta localidad, Luis Mosquera clamó por las condiciones sanitarias de los presos en los calabozos del pueblo. Muchos de estos reos eran inocentes y pasaban la detención preventiva en un local húmedo, sucio, sin higiene… ¡Quién le iba a decir que, unos meses después, el propio juez estaría preso en la bodega de un barco en una situación infinitamente peor!
Antes de su detención, Luis pudo escapar de la persecución religiosa, pero decidió quedarse y proteger a su familia, permaneció junto a su esposa Carmen y sus cinco hijos, entre ellos su pequeña Soco que apenas contaba con unos pocos meses de vida. Párroco y juez tendrán el mismo destino, la condena injusta en el barco-prisión Alfonso Pérez y el fusilamiento el día 27 de diciembre de 1936. Sus restos descansan en la Iglesia de El Santísimo Cristo en Santander, ambos esperando la pronta beatificación.