Nació en Viérnoles (Cantabria), fue profesor del Seminario de Corbán en Santander y párroco de Santa María del Puerto de Santoña. Durante la persecución religiosa tuvo la oportunidad de escapar, pero decidió permanecer en su parroquia. Le prohibieron decir misa, tocar las campanas, celebrar bautismos o visitar enfermos sin permiso del alcalde; le incautaron las llaves con los libros parroquiales y la iglesia fue convertida en almacén de explosivos.
Detenido en la bodega 2 del barco-prisión Alfonso Pérez pudo dar testimonio de su fe confesando a los presos y rezando el rosario cada día. El 27 de diciembre de 1936, al ser llamado para la ejecución, pidió ser el último para confesar y bendecir a sus compañeros. Antes de morir pudo escribir una carta incompleta a su madre. Don Francisco encabeza la próxima causa de beatificación junto a otros 79 compañeros mártires, cuyos expedientes se encuentran en Roma.
